El momento que cambió la vida de Schillaci
El momento que cambió la vida de Salvatore Schillaci llegó el 9 de junio de 1990, cuando Italia luchaba por superar a Austria en su primer partido en el Estadio Olímpico de Roma. Schillaci, que acababa de entrar como sustituto, conectó con un centro desde la derecha de Gianluca Vialli y anotó un cabezazo decisivo en el minuto 79. Su reacción fue de pura euforia mientras corría hacia la línea de banda, casi sin poder creer lo que había logrado, extendiendo los brazos y quedándose boquiabierto, envuelto en la celebración con sus compañeros de equipo.
El ascenso a la fama
A pesar de las presiones nacionales, el entrenador Vicini inicialmente dudó en usar a Schillaci como titular en la victoria por la mínima ante Estados Unidos, pero finalmente cedió y alineó al talentoso siciliano junto al afamado Roberto Baggio en el partido contra la República Checa. Ambos jugadores anotaron en una victoria de 2-0, siendo considerados una combinación perfecta. El titular del Gazzetta Dello Sport proclamaba: “Italia en delirio con Schillaci y Baggio. Qué hermosos son”.
La narrativa extraordinaria continuó cuando Schillaci anotó un gol y asistió otro en la victoria por 3-0 sobre Uruguay en octavos de final. Luego, marcó el gol decisivo que eliminó a la República de Irlanda en cuartos de final. Aunque también anotó contra Argentina en las semifinales, su sueño se desvaneció cuando Italia fue eliminada en los penaltis.
Un final personal brillante en Italia ’90
Italia ’90 terminó en una nota alta para Schillaci, quien anotó un penalti en el triunfo 2-1 sobre Inglaterra para asegurar el tercer lugar. Gratitud hacia Baggio fue evidente cuando este cedió su turno de penalti a Schillaci, permitiéndole finalizar como el máximo goleador del torneo, adelantando al delantero checo Tomas Skuhravy. Esta decisión de Baggio demostró que la personalidad humilde y el estilo de juego desinteresado de Schillaci lo convirtieron en una figura tan popular entre sus compañeros del equipo italiano como entre el resto del mundo.
En Italia, Schillaci se volvió inmortal, siendo recordado con historias de niños y animales, incluidos caballos de pura sangre, que llevan su nombre. Sin embargo, su éxito en la Copa del Mundo no se tradujo en una continuidad goleadora; terminó con solo un gol más para Italia, resultando en siete tantos en 16 partidos, seis de ellos en ese memorable verano de 1990.
El legado de Schillaci
Mientras Alemania Occidental se coronaba campeona del mundo tras una final amarga contra Argentina, el nombre que resuena al hablar de Italia ’90 es el de Schillaci, evocando su expresión facial de un goleador eufórico. En una entrevista con la BBC Sport en 2014, Schillaci compartió que sabía lo que la gente decía al reconocerlo: “Los ojos. Los ojos. Cada vez que conozco a alguien, quiere que haga los ‘ojos salvajes’. Fue un gesto instintivo que ha quedado en la memoria de la gente. Lo he hecho muchas, muchas veces”.
Schillaci dejó Juventus por el Inter de Milán en 1992, pero su carrera se vio afectada por lesiones y pérdida de forma. Finalizó su carrera en Jubilo Iwata en Japón, siendo el primer italiano en jugar en la J-League. Regresó a Palermo, manteniendo su estilo de vida y su imagen de “hombre del pueblo”, que resonaba tanto en Italia como en el resto del mundo, siendo visto desplazándose por la ciudad en su scooter.
La historia futbolística de Schillaci se resume en ese breve período dorado en el verano de 1990 en Italia, una narrativa que arderá para siempre en la memoria de todos los que vivieron esa experiencia.
Fuente y créditos: www.bbc.com
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