El discurso de Trump tiene una hora de retraso. Media hora después de comenzar la espera, los asistentes inquietos comienzan a corear “Trump”. La mujer que está sentada frente a mí murmura su propio canto:
“Bitcoin, bitcoin—eso es lo que deberían estar coreando.” Debe haber recibido el mensaje: No es un mitin de Trump; es un mitin de bitcoin.
Cuando Trump finalmente sube al escenario con “God Bless the USA”, se deleita en la gloria de su ovación de pie, “emocionado… de ser el primer presidente estadounidense en dirigirse a un evento de bitcoin.” Su siguiente paso es adular a sus seguidores en la audiencia. “Este es el tipo de espíritu que nos ayudará a hacer que América sea grande nuevamente. Estoy aquí delante de ustedes hoy lleno de respeto y admiración,” por lo que luego llama a todos los “individuos de alto coeficiente intelectual” en la sala. Reitera promesas pasadas (liberar a Ross en el primer día, nunca crear una moneda digital emitida por el banco central) y añade algunas nuevas (el plan para una reserva estratégica de bitcoin para EE.UU., que la senadora Lummis detalla en un breve discurso después del de Trump; el despido del presidente de la SEC, Gary Gensler, un enemigo de la industria cripto). Promete que nadie en la industria tendrá que mudarse a China por trabajo y dice que seguiremos utilizando combustibles fósiles. Tendremos tanta electricidad, dice, “que dirán por favor, por favor, señor presidente… ¡no más electricidad, señor, tenemos suficiente!”
Desprecia a sus oponentes políticos, como de costumbre, y promete que nadie en su administración “se volverá woke”, un sentimiento que tal vez sabe que resonará con el público de bitcoin. Pero muestra una comprensión aún mejor con un atractivo básico a los bolsillos de la audiencia: Bajo su liderazgo, “el bitcoin y las criptomonedas se dispararán como nunca antes.” La multitud enloquece.
Al salir del centro de conferencias después del discurso, veo un mechón de cabello naranja peinado hacia un lado desapareciendo por la escalera mecánica. Lo sigo.
“Fue un discurso muy naranja,” dice el imitador de Trump, el comediante de Atlanta Josh Warren, cuando le pregunto cómo fue la charla principal, inmediatamente fingiendo ser Trump. “Hemos estado preguntando a la gente quién es más naranja, RFK o yo, y sorprendentemente sigo siendo el hombre naranja.”
Warren no es un tipo de bitcoin, pero su actuación tuvo una mejor recepción aquí que en la convención nacional libertaria en DC. Cuando le pregunto sobre su voto, dice que será “por comedia.”
“Estamos aquí para interrumpir el statu quo. La humanidad está matando la comedia,” dice, en serio, antes de volver a su papel de Trump para añadir cómo el “estado profundo no quiere que hables de cosas que te hagan pensar más.”
En su introducción al discurso principal de Trump, Bailey había llamado al bitcoin “no es un asunto del partido rojo. No es un asunto del partido azul. Es un asunto del partido naranja [refiriéndose al color del logo de bitcoin].” Antes de bromear que un partido naranja debería ser dirigido por un hombre naranja, tenía un punto. Los poseedores de boletos de Bitcoin 2024 no son necesariamente personas que se definirían como entusiastas de Trump, aunque la mayoría que habló con WIRED aparentemente planea votar por él. Más aún, son personas que tradicionalmente desconfían del gobierno, una opinión que ahora comparten más sectores de la sociedad mainstream.
“Nací conservador, pasé al liberalismo. Ahora, volviendo al conservadurismo, principalmente por lo que he visto en nuestro país recientemente,” dice Andrew Campbell, quien vino desde Texas y lleva un prendedor de bitcoin junto con su cabello naturalmente naranja bitcoin. “Creo que nos hemos ido demasiado a la izquierda, y necesitamos volver un poco y re-centralizarnos.”
Fuente y créditos: www.wired.com
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