“De tapa, pasé a ‘frasco’ y ahora estoy metido en este lío”.
La frase, que ha sido repetida con risas entre sus seguidores en múltiples ciudades como Maracaibo, ha sido utilizada por Edmundo González Urrutia para resumir cómicamente su transición de ser una figura secundaria en la oposición a convertirse en el candidato formal a la presidencia de Venezuela.
González Urrutia, un veterano diplomático retirado de 74 años, era considerado hace tres meses un candidato “tapa” o de reserva de la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática, mientras la coalición elegía a su aspirante final para el cargo más alto de elección popular.
Nacido en La Victoria, estado Aragua, el 29 de agosto de 1949, se especializó en Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela y obtuvo un máster en Relaciones Internacionales en la American University de Washington.
Fue embajador de Venezuela en Argelia durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1991-1993) y en Argentina entre 1998 y 2002, representando a los gobiernos de Rafael Caldera y Hugo Chávez Frías.
Edmundo González Urrutia, candidato presidencial de la Plataforma Unitaria en Venezuela, alza la mano junto a la dirigente María Corina Machado, en el acto de cierre de campaña en Caracas, el 25 de julio de 2024.
Se desempeñó como director de un comité de planificación del ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela durante 1990-1991. Entre 1994 y 1998, dirigió la política internacional de la cancillería durante la presidencia de Rafael Caldera.
Además, fue embajador en Argentina entre 1998 y 2002, en los primeros años del gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez.
Junto a su esposa, Mercedes López de González, vivió en al menos siete países durante sus estudios y carrera diplomática, incluidos Bélgica, Estados Unidos e Inglaterra.
Como profesor, escritor y articulista, no era un político de alto perfil cuando la alianza de partidos antichavistas lo inscribió a contrarreloj como su candidato presidencial en la tarjeta de la MUD en abril de este año.
Se le conocía como el enlace de relaciones internacionales del bloque, y sus análisis sobre temas geopolíticos circulaban entre la prensa local y extranjera.
Algunos lo llamaron outsider, otros un desconocido. Hoy, con un amplio apoyo popular, busca presidir un nuevo momento político en su país.
La figura de la unidad opositora
La MUD lo eligió por unanimidad hace poco más de 90 días, aunque su nombre no era el primero en la lista de posibles candidatos opositores.
En el tope estaba María Corina Machado, dirigente de Vente Venezuela y ganadora de la primaria presidencial del antichavismo con más de 92 % de los votos en octubre pasado.
El candidato presidencial opositor Edmundo González Urrutia saluda a jóvenes junto a su esposa Mercedes (a la derecha de la foto) en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, el 14 de julio de 2024.
Tras las declaraciones de jerarcas del partido de gobierno que afirmaron que Machado nunca sería candidata, instituciones del oficialismo confirmaron su inhabilitación para ejercer cargos públicos por 15 años.
Machado decidió proponer en su lugar a Corina Yoris, filósofa y profesora de 80 años, recién incorporada a la Academia Venezolana de la Lengua. El Consejo Nacional Electoral bloqueó también su postulación, según la oposición.
El partido Un Nuevo Tiempo había inscrito en su tarjeta a su fundador, Manuel Rosales, antiguo retador de Hugo Chávez en 2006 y gobernador de Zulia, la región con más votantes del país. Pocas semanas después, declinó a favor de González Urrutia.
Un político “honorable”, lo llaman
González Urrutia es visto como un hombre “respetable” tanto en el ámbito diplomático como en el político, según analistas. Su trato es cordial incluso con adversarios.
Esto lo demostró en sus primeros días como candidato, cuando Antonio Ecarri, un aspirante disidente del chavismo y de la oposición, lo llamó “caucho de repuesto”, a lo que él respondió invitándolo a un café para discutir temas políticos nacionales.
El chavismo tendrá en nuestro gobierno las puertas para la participación política, como todos, en el marco de la Constitución”.
El fortín de su candidatura es María Corina Machado, considerada como la gran electora del momento político en Venezuela. A veces sola, a veces acompañándolo, recorrió poblados y ciudades de los cuatro puntos cardinales para solicitar apoyo para González Urrutia, a quien describió como “honorable y honesto”.
Machado lo felicitó este jueves durante el cierre de su campaña, destacando su calidad humana, ética y profesional al haber tomado la difícil decisión de convertirse en candidato de las fuerzas democráticas de la oposición, en presencia de la prensa.
María Alexandra Semprún, politóloga de la Universidad Rafael Urdaneta, comentó a la Voz de América que González Urrutia pasó de ser “un desconocido” a presentarse como “un hombre comedido, que sabe respetar las formas” de la diplomacia y la alta política.
Sus características personales han ayudado a “equilibrar” el mundo político opositor y enviar mensajes “comedidos” a actores institucionales y factores políticos del chavismo, conforme al politólogo Piero Trepiccione, del centro de análisis Gumilla.
Se proyecta como “una persona ideal para encabezar un proceso de transición” en una Venezuela donde el chavismo mantendrá mayoría en el resto de las instituciones públicas, sin importar el resultado de la elección, según su opinión.
González Urrutia ha sido una “herramienta” adecuada para que la oposición se mantenga en su estrategia de participación político-electoral, alejándose públicamente de los radicalismos que ven en Maduro y sus voceros dentro de la oposición.
En discursos y entrevistas, el líder opositor ha asegurado que una de sus primeras acciones como presidente será la liberación de más de 200 presos políticos en Venezuela, según cifras de la ONG Foro Penal.
Promete despolitizar las fuerzas armadas, mejorar los salarios, fomentar la libre empresa y el libre mercado, reducir la inflación y eliminar la pobreza para facilitar el regreso de millones de venezolanos migrantes y refugiados alrededor del mundo.
De hablar pausada, González Urrutia enfatiza la “reconciliación” entre los venezolanos como el objetivo de su proyecto. Al igual que su rival, Nicolás Maduro, proclama la “paz”. “Ya basta de amenazas e insultos”, declaró en junio.
Su imagen y retórica de abuelo amigable contrastan con las acusaciones del chavismo que lo señalan como un representante de “la extrema derecha” que busca saquear el país y fomentar escenarios de violencia política después de la elección del domingo.
En cambio, se ha mostrado abierto a negociaciones políticas y amnistías, en un contexto de justicia transicional y sin tolerancia hacia la corrupción.
Asimismo, apoya la implementación de “mecanismos estrictos” de rendición de cuentas y auditoría en el Estado. Sin embargo, su principal objetivo sigue siendo lograr “la libertad”, anticipándose a un “cambio” en la política nacional que beneficie a todos, no solo a un sector.
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Fuente y créditos: www.vozdeamerica.com
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