Benjamin Netanyahu predicó sobre la unidad, pero su presencia en Washington desató una tormenta, revelando una profunda división entre los demócratas y proporcionando una prueba incómoda y delicada para un partido que desesperadamente intenta parecer que están de acuerdo entre sí.
El discurso del líder israelí fue intenso, combativo y mostró poco signo de un cambio en la política.
Hablando ante aplausos frecuentes en la cámara, prometió “victoria total en Gaza“, advirtió sobre la amenaza de Irán y logró denunciar a los manifestantes estadounidenses en el mismo aliento en que pidió a América que acelerara su apoyo militar.
Fue una actuación segura y sin disculpas, sin concesiones.
Netanyahu quiere remodelar su imagen a nivel internacional y los EE. UU. asumieron el riesgo político de darle su mayor escenario para actuar en un momento profundamente turbulento en el país.
Netanyahu sí recompensó a ambos lados con algo de gratitud, agradeciendo a el presidente Joe Biden por su apoyo, un cambio respecto a hace un mes, cuando acusó a los EE. UU. de retener envíos de armas.
Pero para Donald Trump había, sin duda, más: elogios y agradecimientos exuberantes por “todo lo que ha hecho por Israel”.
Se dice que Netanyahu está trabajando arduamente entre bastidores para restablecer su relación.
Sus lugares comunes son prueba de su astucia política; es muy consciente de que no sabe a qué partido podría estar pidiéndole ayuda en cuatro meses.
Hubo un silencio cortante de algunos demócratas en la cámara y 40 miembros que no pudieron hacerse presentes.
Fueron los republicanos quienes presionaron para la visita en primer lugar, quizás deseosos de exponer y explotar los argumentos ideológicos que ardían en sus oponentes.
Los demócratas progresistas han estado durante mucho tiempo molestos por el apoyo de América a la guerra en Gaza; algunos republicanos esperaban que esta visita pusiera a prueba cuán dispuestos estaban a rechazar a un aliado importante debido a ello.
Fuera, miles salieron a las calles, algunos chocando con la policía, denunciando al hombre que llaman “criminal de guerra”.
Pero no hubo intentos de acercamiento; el líder israelí los llamó “idiotas útiles” para los adversarios de Israel y apoyó a aquellos que, según dijo, habían matado bebés en los ataques del 7 de octubre.
Este discurso se trató de mucho más que América. También fue una jugada para aquellos que están en casa.
La popularidad de Netanyahu ha caído en Israel y tener una hora para dirigirse al mundo le permitió presentarse como un estadista, abrazado por Washington.
Curiosamente, hubo poco mención a los esfuerzos de EE. UU. para negociar un fin a los combates y liberar a los rehenes sobrevivientes.
Es un recordatorio sobrio de la realidad para muchos demócratas de alto rango que han pasado meses presionando por un cambio.
A pesar de la falta de promesas concretas, poco después de que terminó el discurso, un alto funcionario estadounidense dijo que las negociaciones para un alto el fuego en Gaza están en su “fase final”.
Fuente y créditos: news.sky.com
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