Producción de plásticos en aumento
Según las Naciones Unidas, la producción de plástico se disparó de 2 millones de toneladas métricas en 1950 a aproximadamente 400 millones en 2024. Este número se espera que se triplique para 2060. Actualmente, solo el 10 por ciento de este plástico se recicla y reutiliza. El resto permanecerá en nuestro medio ambiente durante siglos, contaminando el planeta, desde los océanos hasta las montañas, y contaminando las cadenas alimentarias y los cuerpos humanos, donde pone en riesgo el daño a nuestros órganos y cerebros.
Tratado Global de Plásticos
En 2025, comenzaremos a poner fin a la contaminación por plástico. Desde 2022, los responsables de políticas en las Naciones Unidas, que representan a más de 170 países, han estado negociando un Tratado Global de Plásticos vinculante que aborda todo el ciclo de vida de los plásticos, desde el diseño hasta la producción y la eliminación. Este tratado comparte muchos de los mecanismos presentes en el Protocolo de Montreal de 1987, que finalmente condujo a la eliminación gradual de los CFC, los químicos responsables del agotamiento de la capa de ozono. Por lo tanto, puede ser tan exitoso, a pesar de la oposición que enfrenta.
Negociaciones y opciones del tratado
El tratado debía finalizarse en la quinta y última sesión, en Busan, Corea del Sur, a finales de noviembre de 2024. Hasta ahora, quizás no sorprendentemente, las negociaciones han estado polarizadas. En el momento de redactar este artículo, el borrador del tratado incluye dos opciones en cuanto a su objetivo general: la primera, más ambiciosa, busca “poner fin a la contaminación por plástico”; la segunda, por otro lado, busca “proteger la salud humana y el medio ambiente de la contaminación por plástico”.
La primera opción es defendida por un grupo de países que forman parte de la Coalición de Alta Ambición para Poner Fin a la Contaminación por Plástico, liderada por los países nórdicos, pero también incluye a países como Ruanda y Perú. La opción dos es preferida por importantes productores de petróleo como Arabia Saudita, que desean centrar las discusiones en el reciclaje del plástico y la gestión de residuos, en lugar de su producción. En agosto de 2024, Estados Unidos, también un importante productor de plástico y petróleo, anunció un sorprendente cambio de política comprometiéndose ahora a apoyar límites en la producción de plástico también. Dada la influencia de los estadounidenses, esta nueva posición afectará al tratado.
Impacto de las opciones en la industria del plástico
Acordar la opción uno nos pondría en un camino muy similar al que siguió el Protocolo de Montreal. Si bien es poco probable que en este momento el tratado establezca objetivos vinculantes concretos para la reducción de la producción de plástico, indudablemente establecería el ambicioso objetivo de poner fin a la contaminación por plástico. Por otro lado, la opción dos (“proteger la salud humana y el medio ambiente”) es un objetivo terriblemente vago, en parte porque no sabemos con certeza cuál es el umbral para los impactos en la salud humana, y puede que no lo sepamos durante mucho tiempo.
A pesar de ello, las dos opciones son un paso adelante: ambas proporcionan la dirección necesaria para que la industria del plástico desarrolle mejores tecnologías. La opción uno, por ejemplo, inspiraría a las empresas a desarrollar alternativas como materiales totalmente biodegradables y compostables diseñados para reemplazar el plástico (especialmente los plásticos de un solo uso, como las bolsas de compras y el embalaje plástico, que constituyen el 35 por ciento del uso de plástico hoy en día). La opción dos probablemente impulsaría a la industria a desarrollar maneras más eficientes de reducir el flujo de desechos, como procesos de reciclaje mejorados.
El mensaje del Tratado Global de Plásticos
Este impulso tecnológico es quizás el aspecto más importante del tratado. El Protocolo de Montreal de 1987, por ejemplo, estableció objetivos de reducción gradual muy conservadores para la reducción de la producción de CFC: 20 por ciento para 1994 y luego 50 por ciento para 1998. En ese momento, estos se consideraron demasiado lentos para lo que se requería para abordar el problema. Pero, crucialmente, el protocolo también declaraba explícitamente que tales objetivos serían revisados a medida que las nuevas tecnologías científicas y alternativas estuvieran disponibles. Esto puso presión sobre la industria para desarrollar soluciones tecnológicas a medida que las empresas competían para crear mejores productos. Al final, esas alternativas—como los hidrofluorocarbonos (HCFC) que podían usarse en refrigeración con mucho menos impacto en la capa de ozono—se desarrollaron mucho más rápido de lo esperado, que, solo tres años después, los países volvieron a reunirse para acordar eliminar completamente el uso de CFC para el año 2000.
En 2025, el Tratado Global de Plásticos enviará un mensaje claro a la industria de plásticos de que tiene que cambiar la forma en que hace negocios. Ese será el comienzo del fin del plástico.
Fuente y créditos: www.wired.com
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