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He pasado varios años reflexionando sobre la idea de autenticidad, porque creo que es la cualidad que más anhela la sociedad estadounidense, pero también es una que es rara y increíblemente difícil de definir. Este fenómeno se hace evidente en nuestra carrera presidencial, donde los seguidores de Donald Trump lo ven como una persona directa que siempre dice lo que piensa, mientras que sus detractores lo describe como un vendedor de aceite de serpiente que dirá cualquier cosa para conseguir lo que quiere. De manera similar, los fanáticos de Kamala Harris la ven como una funcionaria pública con décadas de experiencia, mientras que los republicanos la perciben como un camaleón que cambia de colores políticos más a menudo que la bandera del orgullo.
¿Son auténticos alguno de ellos? ¿Ninguno? ¿Qué es la autenticidad? Mi propia búsqueda por definir esta elusiva cualidad comenzó en un pequeño bar en Venice Beach llamado Hinano. Acababa de conducir desde Brooklyn a L.A., y el último trayecto me llevó a través de alrededor de seis pinturas de Bob Ross, desde un bosque verde cazador hasta un desierto beige, con paisajes lunares y puestos de comercio indígena en el camino. Con mi hamburguesa y cerveza, sentí lo que Jack Kerouac alguna vez describió como “la tristeza del fin de la tierra”, pero la compañía era muy agradable y al mirar a mi alrededor vi aserrín en el suelo, una banda de versiones de los Beach Boys estaba tocando, pero me preguntaba, ¿era esto auténtico?
Hinano ha estado allí desde 1962 y aparentemente a Jim Morrison le encantaba, así que eso jugaba a su favor, pero, por otro lado, sentía casi como si todos estuviéramos actuando en algún otro tiempo y lugar, como en una feria renacentista de California de los años 60. Y pude sostener esas dos ideas en mi mente. Pensé en Hinano el miércoles cuando Donald Trump tuvo una entrevista a veces hilarante en la Asociación Nacional de Periodistas Negros, donde básicamente dijo que Harris solo recientemente comenzó a llamarse a sí misma de esa manera, y solía ser conocida como “indiana”. Después de 15 minutos de enojo y escándalo, esto desapareció mayormente.
Le pregunté a la única mujer que conocí y que estaba furiosa por esto si pensaba que cambiaría algún voto. Sin dudarlo, me dijo: “no”. Quedó claro para mí, y para las personas con las que hablé, tanto demócratas como republicanos, que esto era simplemente Trump siendo implacablemente Trump. Pero, al mismo tiempo, Trump es un tipo de personaje muy único. Donald Trump ha sido una celebridad durante 50 años, un tipo de contracorriente elegante, el tipo que va en sentido contrario y nunca se retracta ni se disculpa. Aunque esto ha sido completamente consistente, para aquellos que lo desprecian se siente como si fuera algo fabricado, como si Trump hubiera estado interpretando un personaje o una marca durante medio siglo y no pudiera separar la máscara de su cara.
Con Harris, las cosas son un poco diferentes. Los votantes republicanos están apopléticos porque parece que ella cambia sus posiciones sobre todo, desde el fracking hasta la atención médica, sin que los medios liberales le hagan oposición. Para ellos, esta es la definición de inautenticidad. Pero no es así como lo ven los votantes demócratas. Los que hablo ven a una persona que ha pasado toda su vida en la política de partido, y que sabe cómo adaptarse a la voluntad del colectivo, y, francamente, en cuanto a los políticos demócratas, eso es bastante auténtico. No olvidemos que fue el propio Barack Obama quien “evolucionó” de oponerse al matrimonio homosexual debido a sus profundas creencias cristianas a apoyarlo una vez que fue políticamente viable.
Lo importante de la crítica de Trump a la supuesta alteración racial de Harris es que la estaba criticando precisamente por ser inauténtica, por pretender ser diferentes personas para diferentes audiencias. Aquí es donde Harris todavía tiene algo que demostrar a los votantes indecisos; ellos no saben bien quién es realmente. Entre ahora y el final de la Convención Nacional Demócrata, ambos lados intentarán retratar a Harris en la mente de los votantes persuadibles, y para estos votantes, el compromiso con el bien del partido no será suficiente para ella. Necesitan ver a la verdadera Kamala Harris, y deben creer que es la misma Kamala Harris que presidiría en la Oficina Oval el próximo año.
Al final, después de unos años, algunos viajes más y visitas, decidí que Hinano es auténtico, pero el lugar tuvo que ganárselo. Lo mismo le corresponde a la vicepresidenta, y no tiene mucho tiempo para lograrlo.
Fuente y créditos: www.foxnews.com
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