Juegos Olímpicos: Jesse Owens y Luz Long y un mensaje de esperanza

Luz Long and Jesse Owens pose at the side of the track at the 1936 Olympics in Berlin

Hitler estuvo presente en el Estadio Olímpico de Berlín mientras Owens y Long disputaban una de las finales de salto de longitud más grandes de los Juegos.

Después de una batalla reñida, Long igualó la distancia líder de Owens de 7.87m con su penúltimo intento, para deleite de los fans locales.

Pero Owens sacó lo mejor de sí cuando más lo necesitaba, respondiendo con 7.94m, para distanciarse nuevamente de Long.

Long hizo falta en su último intento, pero su actuación fue lo suficientemente buena para quedarse con la medalla de plata y la primera medalla olímpica de salto de longitud para Alemania.

Owens, con su título ya asegurado, creó más historia con un salto final de 8.06m, estableciendo un récord olímpico que duraría 24 años.

Long, dejando de lado su propia decepción, saltó instintivamente al foso de arena para felicitarlo.

En ese momento, a solas en su abrazo mientras una multitud agradecida de más de 100,000 personas observaba, Owens confió a su rival: “Me obligaste a dar lo mejor de mí.”

Entre los dos, Owens y Long superaron el récord olímpico anterior cinco veces.

“Es casi como un cuento de hadas -saltar tan lejos en este clima”, dijo Long en una entrevista con su periódico local, Neue Leipziger Zeitung.

“No puedo evitarlo. Corro hacia él. Soy el primero en felicitarlo, abrazarlo.”

La reacción impulsiva de Long llamó la atención de las autoridades alemanas.

Poco después de los Juegos Olímpicos, su madre, Johanna, anotó en su diario una advertencia de Rudolf Hess, entonces lugarteniente de la Partido Nazi.

Long, escribió ella, había “recibido una orden de la máxima autoridad” de que nunca más abrazara a una persona negra.

Había sido señalado como “no consciente racialmente” por el régimen nazi.

El abrazo claramente enfureció a los nazis, quienes a menudo usaban poderosas imágenes para promover su propia ideología y temían que la amistad de Owens y Long pudiera socavar su propaganda.

En ese sentido, tenían razón.

Casi 90 años después, la amistad de Owens y Long es una de las historias olímpicas más perdurables.

“El gesto de amabilidad y equidad tocó los corazones de muchas personas”, dice Kellner-Long.

“Juntos, Luz y Jesse disfrutaron de una amistad especial ese día, demostrando al mundo que en el deporte y en la vida, la amistad y el respeto son lo más importante, sin importar el origen o el color de piel.”

Stuart Rankin, único nieto de Owens, también se ve impresionado por su significado.

“A menudo digo que de todos los logros de mi abuelo en los Juegos Olímpicos de 1936, la improbable amistad que estableció con Luz Long es lo que más me enorgullece y me impresiona”, dice.

“Para ellos haber forjado esa amistad, en esas condiciones, en esas circunstancias, en ese estadio, ante Hitler, fue simplemente fenomenal.”

Fuente y créditos: www.bbc.com

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