SAN JUAN —
Los dos partidos que han dominado la política puertorriqueña durante décadas están perdiendo influencia frente a una generación más joven cansada de la corrupción, los constantes cortes de energía y la mala gestión de los fondos públicos.
Por primera vez en las elecciones para la gobernación de la isla, un candidato de un tercer partido ocupa el segundo lugar en las encuestas, lo que podría llevar a una victoria inesperada. Juan Dalmau se postula por la alianza del Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana. Una encuesta reciente muestra que Dalmau se acerca a Jenniffer González, del Partido Nuevo Progresista, quien ganó las primarias de su partido.
La encuesta muestra a Dalmau con el 29 % de apoyo frente al 31 % de González, una notable mejora desde hace unos meses. El tercer lugar lo ocupa Jesús Manuel Ortiz, del Partido Popular Democrático.
La política puertorriqueña ha sido históricamente dominada por el Partido Nuevo Progresista y el Partido Popular Democrático, que se han repartido casi todos los votos. Sin embargo, la creación de una junta de control federal en 2016 para supervisar las finanzas de la isla, tras una crisis de deuda pública, ha aumentado el descontento entre los votantes.
Los votantes están infelices con la continua falta de servicios, especialmente con la electricidad, lo que ha llevado a un aumento de la ira y la frustración. Dalmau ha prometido expulsar a las compañías eléctricas que gestionan la energía en Puerto Rico si es elegido.
A pesar de algunas promesas de cambio, existe una notable apatía en el electorado. Las cifras de participación han disminuido en los últimos años, aunque este año se han registrado nuevos votantes. Los jóvenes parecen estar más inclinados a votar por Dalmau, lo que podría cambiar la dinámica electoral.
En una campaña marcada por la presencia del reguetonero Bad Bunny, quien ha criticado a los partidos tradicionales, el tema del estatus político de Puerto Rico vuelve a ser central, con un referéndum no vinculante donde se preguntará a los votantes por séptima vez sobre su estatus político.
El resultado de este referéndum dependerá de la aprobación del Congreso de EE. UU., y con la situación política actual, muchos consideran que esta pueda ser solo una formalidad sin resultados concretos para la isla.
Fuente y créditos: www.vozdeamerica.com
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