No te metas con Canadá: Mensaje claro de Ottawa a EE. UU.
En Ottawa, el mensaje a Estados Unidos es claro: no se debe desafiar a Canadá. Al igual que casi hace un siglo con los infames aranceles Smoot-Hawley, Canadá reaccionó rápidamente a los impuestos de importación de Donald Trump. Mientras la Casa Blanca afirma que el compromiso de Canadá de gastar $1.3 mil millones (£1 mil millones) en un plan de protección fronteriza ha sido una victoria diplomática en su lucha contra el tráfico de fentanilo, hay poco que se haya concedido que no estuviera ya planeado por el vecino del norte de EE. UU.
La amenaza de aranceles y negociaciones con México
Ambos, México y Canadá, no se dejaron intimidar por una clara amenaza en las órdenes ejecutivas de Trump de que cualquier represalia resultaría en mayores aranceles sobre las importaciones a EE. UU. Tras consultarse mutuamente, Canadá y México negociaron en su lugar una pausa de un mes con Trump. El presidente de EE. UU. disfruta hacer amenazas arancelarias casi a diario, dirigidas a diversos países, incluyendo Dinamarca, Colombia, China y la Unión Europea.
Las contradicciones en la política arancelaria de Trump
Trump ha afirmado que el tráfico de fentanilo fue el pretexto legal para los aranceles, lo que le permitió eludir al Congreso y usar poderes de emergencia para imponer impuestos fronterizos a Canadá, México y China, declarando una “amenaza inusual o extraordinaria”. Sin embargo, también se refirió al superávit comercial de Canadá con EE. UU., sugiriendo que Canadá debería convertirse en el “51.º estado” de EE. UU. Manejar estas conversaciones se complica cuando hay una amenaza paralela de anexión continental de un aliado de libre comercio que también es parte de la OTAN y uno de los países más avanzados del Grupo de los Siete (G7).
Reacciones internacionales y el futuro de las relaciones comerciales
Mientras tanto, Europa parece reacia a agitar las aguas mientras intenta entender las motivaciones precisas de Trump, que se alimentan en lo que decide sobre aranceles transatlánticos. La animosidad de Trump hacia la UE proviene del considerable superávit comercial de bienes que tiene con EE. UU., especialmente por las exportaciones de automóviles alemanes de alta gama. Sin embargo, si este enfoque se centra únicamente en los bienes, Trump ignora la gran exportación de EE. UU.: los servicios.
Stephen Miran, antes de convertirse en asesor económico de Trump en la Casa Blanca, propuso preguntas sobre cómo deberían establecerse los aranceles a países específicos. Estas preguntas incluían si un país aplicaba aranceles similares a los de EE. UU., o si respetaba la propiedad intelectual estadounidense. La idea era que los países tendrían que elegir entre enfrentar un arancel sobre sus exportaciones o aplicar aranceles a sus importaciones de China.
Un cambio fundamental en la política arancelaria podría traer un riesgo significativo, no solo para los países afectados, sino también para la economía estadounidense misma, al alimentar la inflación y dificultar la capacidad de EE. UU. para firmar acuerdos comerciales.
Un impredecible futuro para la industria automotriz
La industria automotriz es claramente susceptible a los aranceles, ya que hoy en día no existe solo una industria automotriz canadiense, estadounidense o mexicana, sino componentes de cada país que integran la industria automotriz de América del Norte. Esto significa que los aranceles incrementarían los costos para todos, incluidos los consumidores estadounidenses.
Además, otros países como el Reino Unido están respondiendo a la dirección de la política comercial de EE. UU. diversificando sus relaciones comerciales. En resumen, la situación actual muestra cómo las políticas arancelarias de Trump podrían llevar a una guerra comercial extensa y sorprendente, con implicaciones globales significativas.
Fuente y créditos: www.bbc.com
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