Presentación de Gabe y su experiencia
Gabe, un nativo de San Francisco de tercera generación, cuenta que creció jugando con los hijos de Nancy Pelosi y asistió a la escuela secundaria con Gavin Newsom. Actualmente, se dedica a manejar taxis, Ubers y Lyfts desde 1995, y ayudó a organizar una huelga de trabajadores de taxis a finales de los años 90. Durante las últimas dos décadas, ha escrito sobre conducción, llamadas de autos y motociclismo. Además, fue ametrallador en el Cuerpo de Marines de EE.UU. durante la primera Guerra del Golfo, lo que subraya su espíritu aventurero. Actualmente, conduce un Hyundai Ioniq 5 EV, recomendado por WIRED, mientras muestra sus cintas de servicio militar en el salpicadero, junto a un ukulele centenario.
Inicio de la persecución
La persecución comienza según lo planeado: uno de nosotros solicita un Waymo a pocas calles y lo toma hasta el borde del estacionamiento, antes de unirse a los demás en el vehículo de persecución. “Sabes lo que tienes que decir, ¿verdad?” dice Gabe desde el asiento del conductor mientras nos abrochamos. WIRED parpadea. “¡Vamos!” dice Gabe. “¿Acaso nunca has visto películas antiguas? Saltas en el taxi y dices, ‘¡Sigue ese auto!'” Pero el Waymo se queda quieto durante dos angustiosos minutos, lo que nos da tiempo para observarlo, un vehículo cuyo diseño recuerda a un tiburón de dibujos animados con varios dispositivos giratorios incrustados en su superficie, mientras nos observa a través de sus 29 cámaras y cinco lidars, mapeando nuestras formas. “Parece tímido,” dice Gabe. “Está avergonzado. Está tan avergonzado,” dice WIRED. “Sabe que está siendo engañado.”
La experiencia de manejar un auto autónomo
Luego, a las 10:42 am, el Waymo comienza a moverse. WIRED grita: “¡Sigue ese auto!” Menos de un minuto después, Gabe suspira. “No estoy acostumbrado a manejar tan despacio.” Antes de continuar, aclaremos algo: viajar dentro de un vehículo autónomo, especialmente por primera vez, es una experiencia emocionante. Comienza como una atracción de parque de diversiones: la góndola vacía se acerca, entras, cierras la puerta. Luego se convierte en lo opuesto a una atracción de parque: no hay emociones, no hay sacudidas, no hay ruidos. Solo tú, un suave cuero negro, una voz de computadora predeterminada y, por ahora, un volante que gira fantasmagóricamente de un lado a otro.
Fuente y créditos: www.wired.com
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