Crítica de “Diddy: Making of a Bad Boy”
Estaba apenas a unos minutos de ver “Diddy: Making of a Bad Boy”, un documental apresurado de Peacock sobre Sean “Diddy” Combs, cuando me pregunté si debería estar haciendo algo más con mi vida. Alrededor de 90 minutos después, esas sospechas se confirmaron varias veces. Mi crítica no es para denigrar a las personas que se tomaron el tiempo de intentar detallar la crianza y la ascensión profesional de Diddy. El magnate del hip-hop de 55 años está siendo detenido en el Centro de Detención Metropolitano, una cárcel federal en Brooklyn, mientras espera juicio en mayo por cargos de tráfico sexual y extorsión.
Alegaciones y respuesta
En una declaración a The Hollywood Reporter, un representante de Combs negó todas las alegaciones y afirmó: “Este documental recicla y perpetúa las mismas mentiras y teorías de conspiración que se han lanzado contra el Sr. Combs durante meses”. Es evidente que muchos de estos sujetos entrevistados —algunos que aparecieron en el documental en silueta y con voces distorsionadas— sienten que han puesto sus vidas en gran riesgo al hablar. Ojalá sus voces hubieran sido presentadas en una película más reflexiva que este documental. El equipo se apresuró a realizar esta producción, como reconocieron los productores en los momentos iniciales de la película, tras el arresto de Diddy en septiembre pasado.
Contenido y temas tratados
El documental se establece con la premisa de que “los monstruos se hacen”, y escuchamos a varias personas que han conocido a Combs. Uno de sus amigos de la infancia, Tim Patterson, quien aparentemente ahora vive “fuera de la red”, explica cómo el padre de Combs era un “gánster, estafador, jugador” que supuestamente trabajó con el rey de la droga Nicky Barnes y fue asesinado posteriormente. Otros detalles incluyen que Diddy fue acosado y llamado con malos nombres. En ese momento, me pregunté si “Making of a Bad Boy” es nada más que una página de Wikipedia con imágenes y sonido.
Para ser justos, hay algunas partes interesantes en la película. Patterson comparte después que la madre de Combs, Janice Combs, organizaba fiestas salvajes en su casa, exponiéndolos a él y a Combs a sexo, drogas y demás. Reconoce que ver tales locuras a una edad temprana fue desensibilizante. Incluso si los espectadores podrían gritar “¡Ya lo sabíamos!” internamente, la película no se centró lo suficiente en este punto. De manera similar, no es común que veamos al cantante de R&B Al B. Sure! en nuestras pantallas, mucho menos escuchar que mencione los rumores de años sobre él y Kim Porter, la ex que comparte con Combs.
Momento de testimonio
“Hay un procedimiento legal en curso”, dijo Al B. Sure!, nacido Albert Joseph Brown III. “Hablaré al respecto un día”. Lo mismo se puede decir de Ashley Parham, quien fue identificada solo por su nombre en el documental. Ella demandó a Diddy en octubre de 2024 después de que supuestamente le puso un cuchillo en el cuello y la violó en grupo. Su rostro puede haber estado protegido y su voz distorsionada de forma caricaturesca, pero su miedo al describir su presunto abuso era palpable. También se puede decir lo mismo de Sara Rivers, un miembro de Da Band, un grupo de hip-hop creado en “Making The Band” de MTV. Ella afirmó que después de que Combs la tocara inapropiadamente una vez mientras estaban solos en una habitación, nunca más quiso estar cerca de él sin las cámaras encendidas.
Por lo que vale, tiene razón al invitar al público a revisar la infame “escena de la tarta de queso” en “Making The Band” y ver eso como evidencia de su comportamiento controlador. Es una pena que no hubiera suficientes ejemplos como ese en “Diddy: Making of a Bad Boy”. Estos momentos, tan inquietantes como son, hablan de la gravedad de los presuntos crímenes de Combs. En cambio, obtenemos mayormente contenido de relleno y —cerca del final del documental— puro espectáculo, a través de teorías de conspiración.
Es una cosa que un guardaespaldas comparta que Combs una vez insultó a su madre; es otra llenar al público con afirmaciones de que él mató a Tupac Shakur, The Notorious B.I.G., Andre Harrell y Heavy D. El documental no proporciona evidencia que respalde esas acusaciones. Los productores no debieron considerar el dolor que podrían sentir las familias de estos raperos al saber que sus seres queridos fueron invocados de tal manera. Lisa Bloom, una abogada de derechos civiles que representa a una demandante contra Combs, hace comparaciones entre Combs y Jeffrey Epstein, quien fue acusado de tráfico sexual y luego murió por suicidio en prisión. El contraste puede no parecer un gran alcance, pero—como las aleatorias acusaciones de asesinato—son demasiado serias para ser tratadas de manera tan descuidada.
Expectativas para futuros documentales
Es como si los productores hubieran revisado la sección de comentarios de The Shade Room y decidieran llenar la última parte de la película con las acusaciones más sensacionalistas. Debo admitir que cuando vi las palabras de Jaguar Wright —una cantautora que ha lanzado varias teorías de conspiración en línea— siendo utilizadas para hacer un punto, acepté que no solo es este documental insatisfactorio, sino que tampoco es en absoluto serio. Este es el problema con nuestro clima mediático obsesionado con el contenido: hay una prisa por reunir una película en torno a cualquier tema de moda con el fin de atraer la mayor cantidad de ojos posible. Lo entiendo en algunos casos, pero no esta vez. Habrá un documental que aborde adecuadamente a Combs y todas las monstruosidades de las que se le acusa, pero “Diddy: Making of a Bad Boy” sugiere que eso tomará—y debería tomar—tiempo.
Fuente y créditos: www.huffpost.com
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