Alcance del alto el fuego entre Israel y Hamas
El miércoles, los negociadores finalmente aseguraron el tan buscado alto el fuego entre Israel y Hamas, deteniendo temporalmente un conflicto que ha matado al menos a 46,000 y quizás hasta 64,000 palestinos, la mayoría de ellos civiles inocentes. Y mientras el presidente Joe Biden puede considerar este alto el fuego como una culminación de su presidencia, no solo es profundamente frágil, sino también un indicio de su rechazo electoralmente desastrozo y moralmente reprochable a asumir riesgos significativos por la paz más temprano.
La respuesta militar de Estados Unidos
Desde los impactantes y abominables ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023, que dejaron más de 1,200 israelíes muertos, la mayoría también civiles inocentes, la administración Biden apoyó entusiastamente la respuesta militar de Israel y luego pareció repetir el mismo ciclo una y otra vez. Se informó que Biden estaba frustrado con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, o horrorizado por el número de víctimas civiles. Sin embargo, a medida que las condiciones en Gaza empeoraban, Estados Unidos nunca amenazó seriamente con utilizar su considerable influencia para forzar un alto el fuego.
Implicaciones políticas y el papel de Netanyahu
Esta postura pudo haber tenido al menos cierto sentido político en los primeros días de la guerra, pero Netanyahu pronto entendió que la reticencia de Biden a controlarlo legitimaba la venganza como política. Las metas bélicas de Israel pasaron de ser absurdas, como la eliminación total de Hamas de Gaza, a cósmicas, aplastando todas las fuerzas respaldadas por Irán en la región. Si bien todos se congratulan por exponer a Hezbollah en Líbano como un tigre de papel, el triunfo probablemente será de corta duración. Siria sigue débil y susceptible a la intromisión iraní.
Cuestionamientos sobre el alto el fuego
Esto plantea la dolorosa pregunta de por qué tomó 15 largos meses y la elección del presidente electo republicano Donald Trump y su intervención personal, para lograr este alto el fuego. Es posible que nunca lo sepamos, pero a lo largo de este tiempo, Biden pareció estar impulsado por dos impulsos relacionados: un respeto de larga carrera por la narrativa israelí del conflicto y una creencia firmemente arraigada de que incluso una pequeña fricción pública con Israel dañaría electoralmente a los demócratas. Biden simplemente no podía ser movido de esta posición, a pesar de que el daño político en la izquierda dañó primero sus propias perspectivas de reelección y finalmente las de su sucesor designado, la vicepresidenta Kamala Harris.
La moralidad detrás del conflicto en Gaza
Las oportunidades perdidas para Biden deberían ser obvias. Si hubiera presionado más fuerte y antes a Netanyahu, podría haber logrado poner fin a este conflicto antes de las elecciones, proporcionando un impulso crítico a la campaña de Harris, que se vio afectada por su incapacidad para distanciarse de la complicidad de su jefe. La dimensión moral es aún más dolorosa de contemplar. ¿Por qué tuvieron que morir tantos palestinos, ser desplazados de sus hogares y sufrir las cicatrices del trauma y la pérdida solo para llegar a una fórmula de alto el fuego que es esencialmente la misma que en mayo de 2024?
Las lecciones deberían quedar cristalinas. Trump y sus aliados no temen incomodar a sus aliados y asumir enormes riesgos para conseguir lo que quieren en el ámbito de la política exterior. Mientras tanto, los demócratas de la era Biden estuvieron tan aterrorizados por la perspectiva de ejercer presión sobre sus aliados que no lograron alcanzar sus metas políticas o de política exterior, dejando ambos en manos de Trump.
David Faris es profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad Roosevelt y autor de It’s Time to Fight Dirty: How Democrats Can Build a Lasting Majority in American Politics. Su escritura ha aparecido en The Week, The Washington Post, The New Republic, Washington Monthly y más. Puedes encontrarlo en Twitter @davidmfaris.
Fuente y créditos: www.newsweek.com
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