La Importancia del Principio DRY en la Productividad
Necesitas utilizar el principio DRY para ser más productivo. Esto no significa que tu trabajo sea demasiado húmedo; es demasiado repetitivo. DRY significa “no te repitas” y en realidad es una de las mejores técnicas de gestión del tiempo y productividad, una vez que la entiendes. ¿De qué trata el método de productividad DRY? Este principio proviene del mundo del desarrollo de software, donde los desarrolladores lo utilizan para reducir la redundancia en sus patrones y códigos. No soy un experto en programación y no pretendo serlo, pero tiene sentido que no quieras repetir innecesariamente.
Aplicando el Método DRY en Tu Trabajo
Desde el funcionamiento interno de tu tecnología hasta tu agenda diaria, todo debería ser eficiente. DRY se popularizó por primera vez en The Pragmatic Programmer, un libro que afirma: “Cada pieza de conocimiento debe tener una única representación clara y autoritaria dentro de un sistema”. No te enfoques en la parte de “conocimiento”: inserta las palabras “tarea” o “proyecto” en lugar de “conocimiento”. Cada uno debe “tener una única representación clara y autoritaria dentro de un sistema”. Piénsalo de esta manera: estás ocupado todos los días, pero ¿eres productivo todos los días? Si la respuesta es no, podría ser porque estás siendo demasiado repetitivo con tu trabajo.
¿Cómo puedes aplicar el método DRY para dejar de repetirte? Primero, pasa unos días realizando tus tareas normales, pero anota todo lo que haces. Sé específico. Por ejemplo, no escribas que “respondí correos de 10 a 10:30”. Anota cuántos correos respondiste y observa cuáles eran básicamente lo mismo repetido una y otra vez. Registra las llamadas telefónicas, las reuniones y las tareas que realizas para completar un proyecto, ya sea uno para el trabajo o para limpiar tu casa. Para facilitar esto, utiliza un software de seguimiento del tiempo, que es fácil de navegar y te ayudará a convertir todos estos datos en algo significativo.
Categorizando Tus Tareas
A partir de allí, clasifica todo en categorías: tareas inevitables que tienes que hacer tal como ya las estás realizando; tareas que consumen tiempo que entorpecen tu día; y trabajos que se repiten. Todo en esa tercera categoría debe ser automatizado o simplificado antes de considerar las tareas que consumen tiempo, que también pueden calificar para alguna automatización.
La forma en que se verá esta simplificación depende de en qué estás perdiendo tu tiempo. Si siempre estás escribiendo el mismo mensaje en los correos, intenta usar plantillas. Si tienes reuniones uno a uno con colegas que te hacen repetirte, sugiere combinarlas en una sola reunión. Si siempre estás limpiando la misma parte de tu hogar, busca métodos de limpieza específicos que te ayuden a completar todo el trabajo de manera más eficiente.
Por Qué Funciona la Productividad DRY
Si piensas que esto suena similar a otros métodos de productividad, como Getting Things Done (GTD), es porque lo es, pero DRY hace algo que otros no hacen. Con otros enfoques, estás anotando y examinando tus tareas diarias para organizarlas mejor; con DRY, estás buscando específicamente lo que puedes eliminar o automatizar. Muchas otras técnicas operan bajo la suposición de que simplemente tienes que hacer trabajos que consumen tiempo y atención, pero DRY sugiere que no solo no deberías, sino que realmente deberías evitarlo. Con tareas repetitivas o inútiles fuera del camino, tienes más tiempo para hacer lo que realmente importa y lograrás un trabajo de mejor calidad, aunque tal vez realices una cantidad menor en el intercambio. Una vez que trabajes con el enfoque DRY durante un tiempo, deberías comenzar a incorporar otro, como el GTD, para hacer que las tareas restantes sean aún más productivas. Tomará al menos una semana de registrar tus actividades diarias -y probablemente más tiempo- para que reconozcas tus tareas repetitivas y aquellas que consumen tiempo, pero verlas todas listadas hará que esto sea mucho más fácil y te pondrá en el camino hacia la eficiencia DRY.
Fuente y créditos: lifehacker.com
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